martes, abril 30, 2024

Cooptación y Domesticación tras las certificaciones ambientales internacionales del FSC

Publicamos un interesante artículo que aborda la forma de operar de las certificaciones ambientales  a nivel mundial y específicamente los sellos verdes que entrega el Forest Stewardship Council a empresas que operan en en América del Sur.

Este trabajo de investigación expone una contradicción visible entre la certificación de empresas por un nivel de protección de la naturaleza, promoviendo un desarrollo sostenible para todos; y, de otro lado, un tremendo conflicto entre aquellas empresas, descalificadas por sus vecinos mapuche – y una gran parte de la sociedad civil chilena.

El informe devela el rechazo del pueblo Mapuche a participar en esta forma de maquillaje verde y limpieza de imagen de estas dañinas compañías forestales.

El documento «Gobernar el Bosque: El Forest Stewardship Council y los Mapuche en Chile, 2016.» es una investigación que Guex Joachim presentó para obtener un Magister en Ciencias Politicas en la Universidad de Lausana.

A través de una narrativa hegemónica – el discurso sobre el desarrollo sostenible – los actores que reivindican el liderazgo de la defensa del medio ambiente (las ONG ambientales), están siempre más encerradas en una racionalidad instrumental, abrazando las oportunidades brindadas por sus antiguos enemigos (principalmente las empresas) de abrir un diálogo y de convertir así las protestas (la resistencia) en propuestas (cooperación). De este modo, la mayoría de los grandes grupos de la sociedad civil68 respaldan esta narrativa y le prestan su pericia técnica junto a su credibilidad moral. A partir de ahora, el camino que la humanidad ha de seguir está marcado y los debates existen sólo sobre los aspectos técnicos para avanzar en esta dirección.

Para salir de este monólogo, es necesario tomar en cuenta los argumentos de este movimiento global de movilizaciones locales que no se reconoce en el camino que ha tomado la conservación institucionalizada, demasiado complaciente o incluso cómplice de la lógica neoliberal.

En una escucha atenta de este rumor global, es posible percibir la emergencia de nuevas estrategias de resistencia a la ola neoliberal que ha ampliado la lógica económica a todas las esferas de la vida cotidiana, y eso de manera particularmente sensible en América latina. Este trabajo ha tratado de demostrar la pertinencia analítica que el estudio del movimiento de resistencia mapuche puede traer en la comprensión de estos tipos de fenómenos, pero, sobre todo, permite denunciar un discurso que tiene la intención de racionalizar y homogeneizar la concepción de la naturaleza, revelando su parcialidad.


Presentamos aquí las conclusiones de este trabajo y el documento integro en este link

Gobernar el Bosque- El Forest Stewardship Council y los Mapuche en Chile

Gobernar el Bosque : el Forest Stewardship Council y los Mapuche en Chile

Conclusiones

Frente a este tipo de institucionalización que, por cooptación y/o recuperación, reduce cuestiones fundamentalmente políticas a discusiones consensuales, en las cuales la palabra está todavía más captada por expertos de todo tipo, las movilizaciones mapuche permiten desarrollar una lectura que rompe con las representaciones comúnmente difundidas. Al no reconocerse en la definición de la situación que propone el FSC – y de las recomendaciones resultantes que provienen del imaginario del desarrollo sustentable –, estas luchas ponen en duda el discurso dominante de un posible consenso. Así, dejan un espacio para imaginar otras maneras de pensar un desarrollo armonioso y ponen en tela de juicio la visión sostenida por el desarrollo sustentable y su forma de considerar la relación ser humano/naturaleza. Es en este sentido que “las identidades subalternas sirven de punto de partida epistémico a una crítica radical de los paradigmas y de las formas de pensar eurocéntricas” (Grosfuguel, 2006 :68).

Este trabajo partió de una contradicción visible entre la certificación de empresas por un label de protección de la naturaleza, promoviendo un desarrollo sostenible para todos, y, de otro lado, un tremendo conflicto entre aquellas empresas, descalificadas por sus vecinos mapuche – y una gran parte de la sociedad civil chilena. Sin embargo, el análisis del funcionamiento práctico de la certificación muestra que aquella práctica trae muchas preguntas. Aunque las críticas de la noción de desarrollo sostenible como un avatar siempre más evidente del “ecoblanqueamiento” son conocidas, es interesante ver cómo el gobierno neoliberal se institucionaliza a nivel local y alcanza a redimensionar las relaciones y redefinir las situaciones de los actores involucrados en un conflicto ambiental.

En efecto, los movimientos locales involucrados en conflictos ambientales – lo que Joan Martínez Alier llama el “ecologismo de los pobres” – deben estar considerados en el presente como una fuerza importante de emancipación. Hoy en día, nadie puede pensar los conflictos ambientales como luchas post-materialistas, como el asunto exclusivo de los países desarrollados. Además, estas “nuevas” movilizaciones destacan en su oposición al trabajo llevado por las instituciones privadas de conservación como el FSC, que “podrían considerarse involucradas en proyectos de domesticación, intentando seducir o obligar a los actores nómadas a participar en proyectos estatistas de gobernabilidad ambiental” (Brosius,1999a: 50). De ahí viene la pregunta: “¿En qué momento la participación se convierte en cooptación?” (Brosius, 1999b:287).

A través de una narrativa hegemónica – el discurso sobre el desarrollo sostenible – los actores que reivindican el liderazgo de la defensa del medio ambiente (las ONG ambientales), están siempre más encerradas en una racionalidad instrumental, abrazando las oportunidades brindadas por sus antiguos enemigos (principalmente las empresas) de abrir un diálogo y de convertir así las protestas (la resistencia) en propuestas (cooperación). De este modo, la mayoría de los grandes grupos de la sociedad civil68 respaldan esta narrativa y le prestan su pericia técnica junto a su credibilidad moral. A partir de ahora, el camino que la humanidad ha de seguir está marcado y los debates existen sólo sobre los aspectos técnicos para avanzar en esta dirección.

Para salir de este monólogo, es necesario tomar en cuenta los argumentos de este movimiento global de movilizaciones locales que no se reconoce en el camino que ha tomado la conservación institucionalizada, demasiado complaciente o incluso cómplice de la lógica neoliberal.

En una escucha atenta de este rumor global, es posible percibir la emergencia de nuevas estrategias de resistencia a la ola neoliberal que ha ampliado la lógica económica a todas las esferas de la vida cotidiana, y eso de manera particularmente sensible en América latina. Este trabajo ha tratado de demostrar la pertinencia analítica que el estudio del movimiento de resistencia mapuche puede traer en la comprensión de estos tipos de fenómenos, pero, sobre todo, permite denunciar un discurso que tiene la intención de racionalizar y homogeneizar la concepción de la naturaleza, revelando su parcialidad.

La lección que se puede sacar de esta investigación es la importancia de poner en tela de juicio las visiones tecnicistas del desarrollo y de la conservación e intentar arrebatar de las manos expertas estos temas. Los discursos de gobierno mobilizan presunciones, códigos y procesos para hacer cumplir un entendimiento específico de la naturaleza. De este modo, generan “verdades” y “saberes” que constituyen formas de poder y complican así la construcción de visiones alternativas sobre las cuestiones ambientales (Luke, 1995:69). Para salir de este callejón sin salida donde la tarea de gobernar la naturaleza cayó en las manos de organizaciones privadas – que renunciaron a proponer alternativas, pero en vez de eso han formado equipo con los interes económicos en la gestión racionalizada de este recurso – hay que volver a preguntas fundamentales, saliendo de una lógica instrumental y cambiar las reflexiones sobre el precio de la naturaleza por la pregunta: ¿qué naturaleza queremos? (Büscher y al., 2012:25). En este sentido, es una verdadera politización de la naturaleza y un trabajo reflexivo sobre el concepto de medio ambiente que se encuentra necesario. Así, las discusiones no deberían proseguir sobre los métodos para proteger (gobernar) el medio ambiente sino permitir una participación amplia y un real debate (y no simplemente un monólogo) sobre lo que cada uno entiende por naturaleza. De este modo, es más facil entender el lema que surge en muchas movilizaciones en todo el mundo, de la ZAD (“Zona A Defender”) de Notre-Dame des Landes en Francia, hasta las luchas de varios movimientos indígenas en América Latina : “No defendemos la naturaleza. Somos la naturaleza que se defiende a sí misma”.

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